Lo que dejó el plebiscito en Chile

Tras el plebiscito de salida de la nueva Constitución de Chile del 4 de septiembre de 2022 realizamos un estudio de opinión pública junto a la consultora Ágora para conocer la evaluación de los chilenos y las chilenas respecto al sistema electoral. 

Se trata de un estudio de panel online realizado entre los días 15 al 17 de septiembre. Buscamos indagar en las percepciones de las/los electores respecto al sistema electoral, su experiencia a la hora de emitir el voto y las preferencias respecto al sistema democrático, entre otros temas. 

Presentamos aquí las principales conclusiones de la investigación. El informe resumen está dividido en cinco bloques temáticos: el sistema electoral, la previa a las elecciones, la jornada electoral, el día después de las elecciones y la evaluación sobre el funcionamiento de la democracia. 

Al final, pueden descargar el informe completo.

 

1. Sistema electoral

Los niveles de conformidad respecto de la gestión electoral en Chile son elevados. Hay un consenso en torno a que el sistema electoral chileno tiene un mejor funcionamiento respecto de otros países de la región y sobre la necesidad de mantenerlo tal como está, solo considerando cambios menores.

Pese a los altos niveles de aprobación, hay un sector de la sociedad que confía menos en la forma en la que se vota. Este grupo está conformado por: 

  • los niveles socioeconómicos más bajos; 
  • quienes se definen como parte de “otras” etnias;
  • las personas identificadas con géneros no binarios;
  • personas jóvenes;
  • los grupos despolitizados;
  • quienes se identifican con la izquierda;
  • quienes no fueron a votar.

De la misma manera, hay un alto consenso respecto a la preferencia por el voto obligatorio (que se implementó por primera vez con registro automático en Chile), la frecuencia de los comicios, el voto en papel y la boleta única. Respecto al financiamiento de las campañas, hay una preferencia por el financiamiento privado y mixto antes que público. Este último tiene más apoyo entre sectores de izquierda, pero tampoco es mayoritario en ese segmento. 

Detectamos altos niveles de confianza en los resultados para las elecciones de Chile, que también se percibieron en la última elección (ver cap. 4). 

En contraste con el alto consenso general respecto al sistema electoral, se observa un nivel bajo de representación política de la sociedad, tanto respecto de los partidos como de los dirigentes políticos. Sólo el 27% de la/os chilenos se siente representado por un partido o dirigente político. Ese número asciende en los núcleos más politizados, pero ni siquiera alcanza el 50% en los extremos del espectro derecha-izquierda. Estos hallazgos coinciden con otros informes y encuestas, como por ejemplo Latinobarómetro y LAPOP, que vienen registrando un bajo nivel de confianza en las instituciones partidarias chilenas. Es un dato de los tiempos que corren.

Otro punto no menor y que consideramos relevante es que quienes se identifican con el centro político no encuentran eco en la oferta política vigente. El nivel es tan bajo como quienes no tienen ninguna identificación partidaria. Este punto es importante dada la centralidad que han tenido partidos, movimientos y dirigentes nacionales centristas en la historia de Chile. Hoy, eso parece más parte del pasado que del presente o de un eventual futuro.

En este sentido, y como veremos en el bloque 5, la democracia chilena presenta más problemas de representatividad que de legitimidad en la forma de elegir. 

2. Previo a las elecciones

En la previa al plebiscito del 4 de septiembre, se registraron altos niveles de información general del electorado, tanto respecto de la forma en la que se votaba como del contenido, las opciones electorales y el lugar en el que debían emitir el sufragio. 

Los altos niveles de información concuerdan con la alta penetración de la campaña electoral: el 92% de la/os chilenos recuerda haber visto publicidad electoral, en gran medida por televisión, luego Facebook, radio, Instagram y vía pública. En este punto, resulta sorprendente el porcentaje de penetración de la campaña en Tik Tok (34%). 

En contraste, el acceso a la información por contacto directo a través de llamados telefónicos o visitas aparece con un bajo nivel, con apenas el 4%. Esto permite pensar que el rol de los partidos políticos ha cambiado en el país, en particular lo referido a las actividades y acciones que desarrollan en campaña.

3. La jornada electoral

La evaluación de las condiciones generales de la votación tuvo altos niveles de aprobación: entre el 87 y el 99% de evaluación positiva. Esto  refiere a la disponibilidad de la oferta electoral, condiciones generales del lugar, tiempo de votación, actuación de las fuerzas de seguridad, accesibilidad del lugar y evaluación de la experiencia. Como único dato destacado aparece una mala evaluación de la experiencia de votar por parte de jóvenes de 16 a 23 años, de personas con identidad de género no binarias y de aquellos con problemas en la accesibilidad al establecimiento en la zona de sur del país (peor evaluada que en el centro o norte).

Hay un consenso mayoritario en que la participación fue alta, correspondiente con los números oficiales. Respecto a la evaluación de los resultados, se correlaciona con la opción de voto: quienes eligieron el Rechazo perciben los resultados como una contribución a la democracia, mientras que quienes votaron por el Apruebo evalúan los resultado con “enojo” y “tristeza”.

El voto en el referéndum tuvo una clara correlación ideológica: mientras izquierda y centroizquierda votaron en forma mayoritaria por el Apruebo, derecha y centroderecha se expresaron por el Rechazo. La diferencia general por el No responde a que la opción fue también la más elegida por sectores que se definen como despolitizados y, especialmente, quienes se perciben en el centro del espectro partidario. Sobre este último punto existe terreno para indagar con mayor detalle: quiénes se identifican como centristas en Chile, qué esperan de las instituciones y de los actores partidarios. Es, al mismo tiempo, una arista para considerar las causas del crecimiento de la opción Rechazo.

Por otra parte, las minorías étnicas y de género no binarias, así como las clases más bajas, son las que más se inclinaron a favor de aprobar el nuevo texto constitucional.

Alrededor del 90% de los electores manifestó tener decidido con mucha antelación tanto participar del plebiscito como su opción privilegiada, lo cual guarda relación  con los altos niveles de información que tenían los electores sobre todo el proceso eleccionario. Apenas del 10% decidió su opción en los últimos días y menos del 1% al  momento de votar. 

4. El día después de las elecciones

La evaluación positiva de la jornada electoral es muy elevada, bajando un poco la intensidad de la valoración cuando se analiza el proceso electoral completo (desde el inicio de la campaña hasta el día de la votación) y la confianza en los resultados. 

La diferencia se ubica principalmente en que, mientras la jornada electoral tuvo una aprobación mayoritaria, el proceso electoral y el resultado generó cierta resistencia entre quienes no fueron a votar y, sobre todo, quienes votaron por el Apruebo. Sobre este punto, resulta sorpresivo que más del 50% de quienes votaron por el Apruebo confían entre poco y nada en el resultado.

5. El funcionamiento de la democracia

El 58% de la/os chilenos afirma que la democracia es la mejor forma de gobierno posible. Por otro lado, el 52% afirma que es la mejor forma pero tiene muchas falencias. Un 17% sostiene que en determinados momentos las fuerzas no democráticas deben tomar el poder para ordenar situaciones críticas, una postura que se concentra entre quienes se definen como de derecha o centro derecha. 

Un 76% se siente identificado con una democracia plena como forma de gobierno. Sin embargo, cuando se indaga respecto a la democracia material en su país, un 40% cree que vive en un régimen con grandes falencias. 

El sistema electoral chileno tiene amplios niveles de acuerdo, tanto en términos generales como en cuanto al reconocimiento de los resultados. Pero, al elevar el nivel de abstracción, el régimen democrático parece estar menos legitimado que la praxis electoral concreta, en parte producto de una crisis de representatividad de los partidos y los dirigentes políticos (analizados en el primer punto).

Respecto de los actores políticos, las fuerzas militares y policiales son las instituciones con mejor imagen positiva en Chile, por encima del 60% y muy lejos del resto de los actores. Se puede detectar un corte que diferencia a actores “de la política” contra el resto: los jueces, dirigentes y partidos políticos, medios de comunicación y periodistas aparecen como los peores evaluados. 

Estos hallazgos abren una serie de interrogantes que queremos dejar planteados en torno al proceso electoral constituyente, en particular, y la política chilena, en general. En primer lugar, la discusión sobre una nueva constitución en el país trasandino terminó partidizada. Los alineamientos políticos autopercibidos de los encuestados y las encuestadas estuvieron alineados con la aprobación o el rechazo a la propuesta de cambio institucional y social de la Convención. Esto permite considerar que hay polarización política, social e identitaria en Chile. Y es profunda.

En segundo lugar, hay una línea de continuidad similar a otras encuestas realizadas con la valoración que tienen los consultados y las consultadas en torno al funcionamiento general de la política, de las instituciones de gobierno y de los actores partidarios. Esto permite considerar que hay una crisis de legitimidad en el régimen democrático chileno, más no con la democracia en sí misma o en torno a cómo funciona. Existe una deuda pendiente no saldada en torno al vínculo entre instituciones políticas y actores partidarios.

En tercer y último lugar, encontramos que las reglas de funcionamiento de la democracia son aceptadas, valoradas y respetadas por ciudadanos y ciudadanas. Esto es un aspecto vital y muy valioso para Chile, pero también para toda la región. El hecho de encontrar una respuesta mayoritaria que indique confianza en las normas del juego político, en las instituciones encargadas de organizar elecciones y en el procesamiento de sus resultados, muestran vitalidad democrática en tiempos donde se la está cuestionando fuertemente. Esto es una enseñanza y un aprendizaje, tanto para los actores políticos como para la ciudadanía en general. Chilena y latinoamericana.

El informe completo consultalo aquí:

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